miércoles, 30 de septiembre de 2009

VIAJE A LO IMAGINARIO.Cristina Martinez Garcia

La obra de Karlos Viuda podría definirse como un viaje fantástico hacia lo evocador, que parte de un mundo terrenal más ligado o lo orgánico y que nos despega del suelo hacía lo cósmico, hacía lo etéreo. Partimos de un lugar donde solo existe lo mágico, lo monstruoso, que siempre guarda algo de ternura innata, sus dibujos relacionados con lo circense y con lo infantil son más propios de un tiempo de juguetes de madera y trapo. La ensoñación es entonces su tema central, unos recuerdos hechos garabatos llenos de melancolía, un bestiario personal es su fuente de inspiración, historias en blanco y negro como fotos desteñidas que cuentan viejos miedos, toscas fobias o desmemoriados recuerdos.
Del dibujo monocromo pasamos a lo constructivo, llegamos en nuestro viaje a los planetas donde ya no existe lo real, todo es lejano pero posible, un tiempo para descubrir, un espacio llenos de nebulosas y estrellas, de agujeros negros que atraen como una peonza que gira sin fin, mundos expresivos que hablan sin decir, que cuentan sin hablar.
Desde lo cósmico seguimos nuestro viaje hacía lo infinito, dejando atrás galaxias nos adentramos en mundos desconocidos, lugares donde el color explota frente al dibujo en negro, un “Big Bang” del alma donde prevalece la belleza de lo inmaterial. Todo es dominado por el color, la luz reflejada y la armonía del caos, todo encaja en un mundo sugerente donde solo existe la imaginación. No es posible que exista en la naturaleza algo más hermoso que aquello que se transforma. Y todo en su obra como en la naturaleza es renacer.

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